Publicado Enero 04, 2023 | Pastor Michel Calle

50. CONFIEMOS EN DIOS

Romanos 15: 13. “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.”

Pablo anima a sus compañeros de fe para que crean que Dios los llenara de gozo y paz.

Cristo cumplió todas las profecías y promesas en cuanto a los judíos, y los gentiles que se convirtieron no podían dudar tener o poner excusas para despreciarlas.
Creamos en la Palabra de Dios, ver Romanos 15: 4.
Dios le ha encargado a Jesús que cumpla todas estas promesas, por esto no perdemos la esperanza de que vendrá un futuro mejor, ver Romanos 15: 12.

Dios no hace acepción de personas.

Los gentiles, introducidos y establecidos en la iglesia, son compañeros de perseverancia y tribulación.

Deben alabar a Dios y invitar a todas las naciones a alabar al Señor, como señal de conversión.
No se buscar a Cristo hasta que se confíe en Él y para eso se debe tener una relación con Él.
Mientras más conozcamos a Dios, más seguros estaremos de que podemos confiar completamente en él, ver Isaías 46: 10 y Tito 1: 2.
El plan de la redención para reconciliarnos con Dios y entre nosotros, nos da la confianza de alcanzar la vida eterna, mediante el poder santificador y consolador del Espíritu Santo.

La hermosa guía del Espíritu Santo.

Por nosotros mismos nunca podremos hacer esto, por lo tanto, la confianza de esto, en la guía del bendito Espíritu Santo.

Él nos da gozo y paz, para suprimir las dudas y los temores, mediante su poderosa presencia.
Estas cualidades entre otras están directamente relacionadas con la confianza que Dios da a través del Espíritu Santo, ver Gálatas 5: 22.
También aprendemos que Dios promete acabar con los problemas que hacen que muchas personas pierdan hoy la esperanza, problemas como la pobreza, la injusticia, las enfermedades, la muerte, etc. ver Apocalipsis 21: 4.
Todos los que confían pueden estar seguros, felices y en paz a pesar de los problemas.

Contexto:

Romanos en realidad es una carta que se escribió a los cristianos que vivían en la ciudad de Roma.

Muchos eran descendientes de judíos, mientras que otros no lo eran.
Pablo los animó a estar unidos y unánimes, para pensar y actuar de la misma forma a pesar de tener culturas diferentes, ver Romanos 15: 6.
Pablo les recordó a los cristianos de Roma lo que Dios había dicho, que llegaría el día en que personas de todas las naciones lo adorarían de manera unánime, ver Romanos 15: 9 al 12.
Pablo deja claro que: además de los judíos, personas de todas las naciones pueden beneficiarse del sacrificio de Cristo, y Dios les da a todos la misma confianza.
Por eso, todos en la congregación de Roma debían recibirse con gusto unos a otros, es decir, debían ser amables y hospitalarios con los demás, ver Romanos 15: 7.

I Timoteo 4: 10.

“Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen”